Antros "de lujo"

Iba a poner esta entrada el sábado al llegar a casa (bueno, en realidad era domingo por la mañana) porque estaba un pelín mosqueado con el tema, pero me he contenido hasta hoy.
Os cuento. El sábado vinieron unos colegas de Madrid, así que había que darle caña a la noche zaragozana. Primero les lleve a uno de esos bares de moda, con gogos y gente "superbien" para que probasen ese ambiente. Al agobiarnos, nos piramos ya para el casco, a los bares más auténticos y el verdadero estilo de esta ciudad. Así pasamos toda la noche, entre risas, bailes y alcohol (unos más que otros) y las horas pasaban sin que nos cansáramos ni de compañía ni de bar. Todo iba genial, pero claro, como ahora somos "europedos", los bares los cierran a las 4.30 y hay que buscarse otro lugar donde ir.
Y ahí reside el principio del problema. En los after, para empezar, en la mayoría hay que pagar por entrar. Eso, en un principio, casi es lo de menos, ya puestos, que más da. Pero ahí no queda la cosa, al haber pocos, la masificación es más que evidente, así que te plantas en una cola para que te cobren por entrar a un garito.
Esta vez, decidimos ir a la "Daluxe" propiedad del presentador Luis Larrodera). Ya al llegar a la puerta, el primer problema. Un tipo enguantado en cuero negro nos va separando persona a persona, dándole igual si ibamos 2 que 6. Que a mi, lo de ir enguantado me hace gracia, supongo que será por la posible transmisión de enfermedades, lo que no sé si será para evitar que le peguemos los clientes algo o para que ellos no nos peguen la estupidez y chulería crónicas de la que adolecen.
Bueno, una vez dentro nos recomiendan que vayamos a la planta de abajo, que estaremos más cómodos. Al bajar, pues no, no había llamas ni calderos, pero aquello era el infierno. La música, horrible, aunque era de esperar, la gente, pasadísima de todo, tanto que ni se enteraba si te empujaba o no. Y para rematar, estábamos el doble de gente de la que debería entrar en el bar.
Así que ahí nos veis a todos, aprisionados, pensando en que ante un posible problema no salimos ni de coña, sorbiendo la copa porque no podemos ni maniobrar y evitando que las tías que pasan, hasta el culo de lo que fuera, se te cayesen encima, puro "sex-appeal" con patas vamos.
Así que en cuanto pude, me piré del bar, descontento de que una noche tan cojonuda terminara del modo más regulero. Aún intenté arreglar la noche, pero todos mis contactos estaban fuera de servicio, o bien ya en casita, o no cogían el móvil, o en bares desconocidos y lejanos, jeje.
Bueno, al menos se que a dos personas, el bar les dejó buen sabor de boca y lo recordarán con una sonrisa en los labios.
Y además, me quedo con la satisfacción de haber cumplido los dos objetivos que me había propuesto esa noche, que eran que mis amigos de Madrid disfrutaran y que alguien que yo me sé triunfara (yo no ¿eh?)